martes, 22 de mayo de 2012

Cuando llueve, comparto mi paraguas. Si no tengo paraguas...

Teníamos muchas ganas de ir al mercado medieval de Tamajón. De hecho, nos ilusionamos pero que mucho, mucho cuando supimos que habíamos sido seleccionadas para asistir. El problema es que, según se iban acercando los días, íbamos viendo que la previsiones meteorológicas daban lluvias. Muchas lluvias. Empezó con un 70 por ciento de probabilidades y cada día fue aumentando el porcentaje. Cuando alcanzó el 90 por ciento pensamos que, quizás, si aumentaba un poco más y llegaba al 100, lo siguiente sería el cero y podríamos disfrutar de una feria con un sol espléndido en este bonito pueblo. Y así fue por la mañana. Pero, a eso de las 15:00 h. empezó a llover sin parar. Tregua de cinco minutos después de media hora de lluvia intensa y otra vez a la carga. Una pena.

Es el segundo año que ocurre esto en Tamajón. Los vecinos lo lamentan muchísimo, porque este mercado tiene mucha tradición y se cuentan por miles las personas que aprovechan el día para conocer un poco mejor el trabajo artesano de los asistentes y, de paso, disfrutar de un día en la zona de la arquitectura negra. De hecho, paseaban por el mercado bajo la lluvia, paraguas en mano.

Y nosotras, aguantamos estoicamente toda la jornada. Achicando agua y comprobando que tenemos una parada pequeña pero segura, que no se mueve ni filtra el agua. Y lo que es mejor: comprobando que nos encanta lo que hacemos, con sol y con mal tiempo. Como dice el escritor argentino Enrique Ernesto Febbraro: cuando llueve, comparto mi paraguas. Si no tengo paraguas, comparto la lluvia...

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